
De barbijo y a distancia la hacienda valió en Cacharí
Y el año no se podía ir sin que el carro volviera a levantar tierra en Cachari, y por ese motivo en la tarde de hoy la feria retornó a las subasta clásicas de la mano de Hugo R. Aristegui, con un embrete al que no le falto nada y el cual se vendió de manera firme y en su totalidad.
La espera se hizo larga pero valió la pena cuidarse para volver, y así lo entendió el equipo de Hugo que hoy, en el anteúltimo mes del año, volvió a hacer sonar el martillo en un remante general al cual el descanso pareció no tocarlo, ya que los valores y la agilidad estuvieron intactas como en aquel último de los primeros meses del año.
Cuando parecía que la pandemia se llevaba el 2020 sin volver a ver gente caminando en la feria, las condiciones se dieron y con trabajo responsable los remates volvieron a los corrales del otro lado de la vía. Con algo de hacienda a la balanza, colocada a los valores que hoy manejan todas las categorías, el remate comenzaba a romper el hielo después de una sequía de gente que acumuló varias hojas del almanaque.
Pero si hay algo que la pandemia no pudo doblegar es la ternerada que los productores mes a mes le mandan a Hugo, que hoy por ser la vuelta a la subasta pública hasta tenía un color especial. Ricardo y Tomás comandaron las acciones del total de las ventas, y en el momento de los terneros y terneras sacaron su martillo a florear.
Tanto machos como hembras obtuvieron una dinámica interesante por las manos oferentes y los valores obtenidos. Firmeza y consistencia fueron las características de ambas categorías, que con las diferencias que mantiene a cada una, salieron adelante dejando precios de moneda corriente y en algunos corrales con algún peso de más.
Una linda y variada tropa de vientres para servicio y paridos iban cerrando lo que era la vuelta a los remates Cachari, donde el barbijo y la distancia fueron protagonistas, pero también los precios y las manos que redondearon una jornada ganadera.
Y como una cosa de no creer en solo 30 días, si el Covid-19 lo permite, la Casa de Hugo volverá a abrir sus tranqueras para despedir un año cargado de condimentos, pero principalmente de trabajo y hacienda por vender.